Twist Bioscience
19 de agosto de 2020
Lectura de 5 min

Anticuerpos terapéuticos frente a anticuerpos de la vacunación

Los anticuerpos forman parte de las vacunas y los tratamientos con anticuerpos. Desglosamos las diferencias clave en este blog.
Una imagen de artista de linfocitos T generando anticuerpos

Con independencia de que nuestros cuerpos los produzcan o de que los recibamos como parte un tratamiento terapéutico, los anticuerpos pueden protegernos frente a las infecciones. En el momento de escribir este blog, estamos en plena pandemia del coronavirus SARS-CoV-2. La investigación se está volviendo global para encontrar un tratamiento efectivo y varios grupos están realizando progresos prometedores. Sin perjuicio de un fármaco milagroso, es probable que tanto la prevención como la cura de esta enfermedad incluyan anticuerpos. 

 

Aquí examinamos más de cerca cómo exactamente los anticuerpos participan en la protección de nuestros cuerpos frente a la enfermedad tanto en la vacunación como en el tratamiento con anticuerpos.

 

¿Qué son los anticuerpos?

 

Los anticuerpos son proteínas fabricadas por los linfocitos B del sistema inmunológico en respuesta a una entidad (un “inmunógeno”) que identifica como ajeno, como una bacteria o un virus. Los anticuerpos solo reconocen una parte específica (denominada “antígeno”) de una molécula del invasor, como una parte de una enzima de una bacteria, o un segmento de la proteína espicular de la cubierta de un virus, de una forma muy selectiva. 

 

Cada linfocito B puede, en teoría, reconocer un antígeno diferente y las personas presentan un gran número de linfocitos B diferentes, cada uno con su propia especificidad. Una vez que un linfocito B entra en contacto con este antígeno, se activa para hacer copias de sí mismo y estas copias pueden hacer copias de sí mismas, y así exponencialmente (lo que se denomina proliferación); cada célula secreta estos anticuerpos.

 

Estos anticuerpos se unen al antígeno y bloquean su virulencia al impedir su entrada en una célula, activan la ayuda de otras partes del sistema inmunológico y señalan al intruso para que se elimine del cuerpo.

 

La fuerza y la vía de la respuesta inmunitaria dependerán de diferentes factores. Estos pueden incluir la dosis, la vía y la manera en la que se presenta el inmunógeno, e incluso lo diferente que sea el inmunógeno de las propias moléculas del cuerpo. 

 

La primera vez que el cuerpo encuentra una amenaza, digamos una nueva forma de un virus de evolución rápida, como la gripe, pueden tardarse unas 2 semanas hasta que los linfocitos B puedan activar una respuesta e iniciar la proliferación y la producción de anticuerpos. De modo que nuestros cuerpos no disponen de una concentración de anticuerpos suficiente para neutralizar la amenaza durante este período intermedio. En este período intermedio, las bacterias o los virus pueden proliferar, con lo que inician una carrera contra el sistema inmunológico en su intento por contenerlos.

 

Anticuerpos en la vacunación

 

Una vez que el sistema inmunológico ha encontrado una amenaza y ha registrado la información necesaria para neutralizarla, puede generar una respuesta rápida con anticuerpos contra invasiones futuras del mismo antígeno. Sin embargo, en muchos casos, como la pandemia actual del coronavirus causante del SARS-CoV-2, la primera infección es suficiente para provocar un daño grave. Aquí es donde las vacunas tienen una importancia crítica: proporcionan a nuestros sistemas inmunológicos una ventaja.

 

La vacuna ocurre cuando un inmunógeno, por ejemplo, un derivado no infeccioso de un organismo que provoca enfermedades, se introduce en el cuerpo con la intención de preparar el sistema inmunológico frente a un ataque futuro. Un virus desactivado o una proteína viral no reproducirán una enfermedad ni la provocarán. Sin embargo, el sistema inmunológico los seguirá viendo como una amenaza y activará una respuesta generando un ejército de linfocitos B que se pegarán alrededor de estos, y podrá producir anticuerpos con rapidez contra la versión real cuando sea necesario, en su caso.

 

Vaccines not only protect the individual who has been vaccinated, but if a high enough proportion of people have been vaccinated, “herd immunity” can be achieved. The proportion of immune individuals required for herd immunity is based on the average number of people an infected individual will infect. For SARS-CoV-2, it is estimated that at minimum 43% of the population needs to be immune to achieve herd immunity. Where a population has herd immunity, if one person happens to get sick and is contagious, the pathogen is not likely to find another susceptible host to infect and the disease dies out from the population. Herd immunity is especially important to protect those who cannot receive a vaccine.

 

descripción gráfica de la inmunidad de rebaño
Cómo protege la inmunidad de rebaño a los individuos de la población que no pueden vacunarse. Fuente de la imagen: Tkarcher en Wikimedia commons

 

En última instancia, una vez que haya bastantes personas vacunadas, la enfermedad no podrá proliferar y se erradicará. En 1980, la OMS anunció que la viruela era la primera enfermedad erradicada con éxito, tras un esfuerzo global por parte de la organización por proporcionar vacunas.

 

Anticuerpos como tratamiento terapéutico

 

Cuando alguien se infecta con una enfermedad como la causada por el SARS‑CoV‑2, pero consigue recuperarse, es probable que presente anticuerpos contra varios de los antígenos del virus. Estos anticuerpos pueden capturarse en la sangre del donante y analizarse para reconocerlos y comprobar su efectividad contra el virus. Los candidatos prometedores pueden clonarse y usarse como base para producir anticuerpos a gran escala con el fin de usarlos como tratamiento.

 

For example, Twist Biopharma is collaborating with Vanderbilt University Medical Center (VUMC) to build a proprietary synthetic antibody discovery library based on sequences derived from a recovered COVID-19 patient, and supplying synthetic genes and antibodies for the development of therapies for COVID-19.

 

Genetic engineering allows antibodies to be tailored to high antigen specificity, as well as to other attributes such as potency, speed of uptake, and half-life. Worldwide more than a hundred antibody therapies have been approved or are currently under regulatory review, for treatments of indications ranging from cancers to macular degeneration to HIV infection. Twist Bioscience’s Variant Libraries, and Twist Antibody Optimization service that use these libraries, both provide routes to rapid therapeutic development.

 

Los tratamientos con anticuerpos suelen diseñarse para ser de acción rápida, con los anticuerpos listos para hacer su trabajo de inmediato. Para mantener la eficacia, los tratamientos deben repetirse periódicamente. Por otro lado, la vacunación tarda un tiempo hasta que se pueden ver sus efectos, pero dichos efectos incluyen una inmunidad de larga duración.

 

En el caso del SARS-CoV-2, seguir ambas estrategias al mismo tiempo es una gran forma de minimizar riesgos. Los tratamientos con anticuerpos ayudarán a luchar contra la COVID-19, mientras que una vacuna debería ayudar a evitar una infección viral en primer lugar.

¿Qué piensa?

No me gusta

Me encanta

Me asombra

Me interesa

Suscríbase a nuestro blog y conozca las últimas novedades